domingo, 29 de mayo de 2011

Julio Ramos



De todos los cuentos olvidados de mi página, este es sin duda uno de los que más padece tal relegación , junto a los admirable relatos de José Selgas. Otra injusticia, pues el cuento "Julio Ramos", de Diego Vicente Tejera Calzado (1848-1903) es un excelente relato de vampiros, con una atmósfera muy particular y una no por sutil menos decidida originalidad.

Escrito por un poeta y luchador por la indepencia de Cuba, fundador del partido socialista cubano, sin duda habra sufrido ninguneos de facciones antagónicas unidas en su odio a lo sobrenatural literario. Habrá sido enterrado por el atronador silencio de conservadores, para los que sería el cuento de un enemigo, y  también por el disimulo de sus conmilitones, para el que un relato tan extraño y decadente sería sin duda un embarazo y poco menos que una traición al proletariado.

Como bien dice Lola López Martín, este relato es "ejemplo de una literatura que se sitúa al margen de las propuestas comunes y que se presta a representar una otredad desconcertante". Otredad desconcertante... me parece un hallazgo de expresión. Julio Ramos es "el otro" y su vampirismo es tan distinto en su modestia, que sin duda habrá que considerarlo "otro" incluso entre los no muertos.

El relato parece ser parte de una literatura que quizás no existe, el relato de horror cubano. Y sin embargo la isla es (como cualquier otro lado, en verdad) mágica. Hasta mi mujer, una de las personas más realistas que conozco, vio, cuando era niña, el fantasma de una vieja negra, tras una de las innumerables "permutas" de su infancia habanera...

Tejera ubica sin embargo su relato en París, en el teatro de la Opera, con ocasión de un baile de carnaval. El ambiente bullicioso y multitudinario, la búsqueda anhelante y a la vez aterrada por parte del narrador de Julio Ramos, que no debiera estar allí, sino descansando enternamente en el cementerio de Montmartre, todo esto está narrado de manera excelente.

Es el deseo de diversión de un joven que murió tísico sin haber disfrutado los placeres míticos de la "ciudad de la luz" lo que le impulsa a su vida vampírica. Otros detalles identifican a Julio Ramos como al más erótico de los vampiros, y parece sugerir que es una "petit mort" dulce y definitiva lo que explica, en su caso, la ausencia de la marca que suelen dejar los de su especie en las víctimas.

El relato fue publicado en "Papel Periódico de La Habana" sin fecha, ni siquiera año, aparentemente, aunque me cuesta creer tal cosa. No hay referencias a este cuento en Internet, o no he sabido encontrarlas, aparte de referencias a las dos antologías que lo contienen. Una, "Penumbra, antología crítica del cuento fantástico hispanoamericano del siglo XIX" antología de Lola López Martín para la editorial Lengua de Trapo, y otro "La hermosa vampirizada" antología de Ana María Shua para Emece. Me faltan datos, que quizás solo se puedan encontrar en la tumba de un pobre estudiante hondureño en Monmartre, vieja ya de más de un siglo.




Puesto que el Palace Garnier es la Opera de París desde 1875, debemos suponer que la extraña noche del protagonista de este relato ocurrió en este espacio fastuoso.

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